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El otoño en Portugal nos ha regalado algunos de los viajes más memorables: bosques que crujen bajo las botas, viñedos que viran al cobre y al oro, valles donde el aire huele a castañas asadas y chimenea. En este post te proponemos 5 escapadas para disfrutar del otoño en Portugal sin prisas. Hablaremos de carreteras panorámicas, rutas de senderismo y miradores. Prepárate para colorear el mapa con destinos otoñales en Portugal a los que querrás volver año tras año
Portugal es un país que “sabe” a otoño. Más allá de sus ciudades icónicas, cuando la luz se vuelve dorada y las temperaturas bajan, el interior se transforma en un mosaico de ocres, rojos y amarillos. Entre el Parque Nacional de Peneda-Gerês, la Serra da Estrela, la Serra da Lousã, la Mata Nacional do Buçaco y el Douro Vinhateiro, descubrirás bosques centenarios, valles glaciares, aldeas de pizarra, viñedos en bancales únicos en el mundo y una red de miradores y senderos perfecta para una escapada.

Además, coincide con la vendimia y con la temporada de setas; los precios bajan, las aglomeraciones desaparecen y las carreteras se disfrutan con calma. Viajar entre finales de septiembre y noviembre significa caminar sin calor, fotografiar con una luz suave y saborear la gastronomía con productos de temporada. Y todo ello con la hospitalidad lusa de siempre. El otoño tiene otra virtud: te obliga a bajar el ritmo. A detenerte en un mirador con un café, a desviarte para ver una cascada, a alargar un almuerzo porque el paisaje, al otro lado del ventanal, te lo pide. Si buscas destinos otoñales en Portugal que combinen naturaleza, pueblos con encanto y propuestas fáciles de organizar, aquí tienes nuestras cinco mejores elecciones.
Los 5 mejores destinos otoñales de Portugal
Antes de entrar al detalle, una pincelada general: son lugares con buena accesibilidad (en muchos casos desde Oporto o Coimbra), rutas señalizadas y alojamientos con encanto. Nosotros hemos vuelto varias veces y cada otoño nos han ofrecido algo distinto: nieblas bajas, cielos limpios, lluvias finas que dejan el bosque con ese olor a tierra mojada que tanto nos gusta.
Serra da Estrela: valles glaciares, pasarelas fotogénicas y quesos con alma
La Serra da Estrela es el mayor parque natural del país y, en otoño, un paraíso para pasear entre bosques, cascadas y valles glaciares. Descubrimos esta sierra por primera vez en una Semana Santa y regresamos en diferentes estaciones. Nos sigue sorprendiendo por sus rutas, piscinas naturales y miradores, además de ser la cuna del famosísimo queijo da Serra y albergar la cima más alta de Portugal continental, el pico Torre (1.993 metros).
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Qué ver y hacer en otoño (nuestra ruta favorita):
- Valle glaciar del Zêzere y Manteigas. El valle es el “corazón” de la sierra. Desde Manteigas salen carreteras y senderos hacia miradores y bosques de hayas como las Faias de São Lourenço, un circular de 10 km perfecto para ver color (y visitar la capela homónima).
- Lapa dos Dinheiros y la Rota da Caniça. Un bosque precioso de castaños y robles, pozas y formaciones graníticas con una circular de 7,6 km ideal en otoño por su cromatismo.
- Pasarelas del Mondego. Ruta de 11,5 km (con tramos adaptables) entre fábricas antiguas, molinos, cañones y la cascada do Caldeirão. Si no haces el recorrido completo, tienes accesos intermedios y opciones de taxi para enlazar.
- Miradores sobre Covilhã. La Varanda dos Carqueijais es un balcón circular con vistas a la Cova da Beira y al perfil de la sierra; fácil acceso desde la carretera.

Toque personal: en una de las estancias optamos por una noche especial al sur de la sierra, en un hotel donde sus habitaciones tienen forma de cereza, Cherry Sculpture Hotel. Fue el capricho perfecto que se completó con la magnífica cocina local de su restaurante y un atardecer de ensueño.
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Por qué en otoño: la paleta de colores en hayedos y castañares, la temperatura suave para caminar y la menor afluencia en miradores hacen que la experiencia sea redonda.
Serra da Lousã: aldeas de xisto, carreteras “escénicas” y cascadas
La Serra da Lousã, al sureste de Coimbra, nos robó el corazón en una escapada donde subimos de noche a Cerdeira, donde nos alojamos, con luna llena y la carretera serpenteando entre mimosas, pinos y pequeñas cascadas. Al amanecer, entendimos que es una de las carreteras más bellas para conducir en Portugal, sobre todo fuera de temporada.
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Imprescindibles con sabor otoñal:
- Aldeias do Xisto. Esta sierra concentra 12 pueblos de pizarra dentro de la red de aldeas de esquisto. Cerdeira y Candal son un dúo perfecto: casitas de piedra, silencio, talleres creativos y senderos que parten desde la propia aldea. No te pierdas la cascada de Candal y su mirador en forma de corazón.
- Talasnal, Casal Novo y Chiqueiro. Un trío muy fotogénico unido por senderos cortos y un mirador con las letras “Isto é Lousã”. Al atardecer, la piedra se enciende con tonos miel.
- Castillo de Lousã y Senhora da Piedade. Un conjunto paisajístico único: pasarela pegada a la carretera, paneles interpretativos y una piscina natural al pie del castillo. En otoño, con el bosque húmedo, el lugar es mágico.
- Ruta da Levada (PR3 LSA). Si tuviera que elegir solo un sendero, sería este: 7 km en descenso de Cerdeira (700 m) al castillo (267 m), siguiendo un antiguo canal de agua, pasando por Candal; exige piernas, pero compensa.

Por qué en otoño: los tonos de los bosques de ribera, el brillo de la piedra con lluvia fina y la calma en las aldeas de xisto. Además, es fácil combinar paseos cortos con cafés a resguardo mirando a la ladera.
Douro Vinhateiro: viñas en bancales, vendimia y miradores infinitos
El Douro Vinhateiro es una de esas estampas que parecen irreales en otoño: viñedos en bancales que viran del verde al ocre y al rojo, quintas centenarias, miradores infinitos y la posibilidad de combinar coche, el tren de la Linha do Douro o incluso un pequeño crucero fluvial. Lo visitamos por primera vez en octubre y fue amor a primera vista: la luz cálida y la paleta de colores de los viñedos lo convierten en un destino “10” para fotógrafos y curiosos.

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Nuestros esenciales
- Peso da Régua como “hub”. Capital práctica de la región, con el Museu do Douro, ecopista junto al río y el gran mirador de São Leonardo de Galafura en su entorno. Buenas conexiones por carretera y tren.
- Mesão Frio, el “pequeño” gran Douro. El municipio más pequeño del Alto Douro sorprende por la calidad de sus miradores y playas fluviales (Rede y río Teixeira) y por su ubicación estratégica entre Régua y Lamego. Hemos dormido en Vila Marim Country Houses, integrado entre viñedos, y lo recomendamos para amaneceres de postal.
- Miradores top. Además de Galafura, apunta Casal de Loivos (Pinhão), São Salvador do Mundo (São João da Pesqueira), Adorigo (cerca del Tedo) o Vargelas. En cada uno, el mosaico de bancales te deja sin palabras.
- Linha do Douro y N222. El tren discurre pegado al río con ventanales amplios que convierten el trayecto en una película; la N222 entre Régua y Pinhão es una carretera-mirador que muchos han calificado como “la mejor del mundo” para conducir por placer.
Por qué en otoño: es temporada de vendimia y de color máximo en viñedos. Incluso listados populares de “otoño en Portugal” sitúan el Douro como visita estrella.
Parque Nacional de Peneda-Gerês: el bosque atlántico en tecnicolor
Peneda-Gerês es el único parque nacional de Portugal, un mosaico de montañas, robledales, ríos cristalinos, aldeas graníticas y cascadas. En otoño, la afluencia baja y los senderos se sienten “solo para ti” (aunque puede llover un par de días). Nosotros disfrutamos especialmente de la vertiente del parque en Castro Laboreiro (Melgaço), de la villa termal de Gerês y su privilegiado entorno y de las cascadas y joyas románicas de Montalegre . Diversas guías y portales de viajes destacan esta estación como una de las mejores para caminar por el parque, con bosques en tonos dorados.

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Ideas para un día (o dos):
- Rutas y cascadas. Combina la fantástica ruta de los Miradores de Gerês (PR6 TBR) con cascadas como las de Arado, Leonte, Fecha de Barjas (Tahiti), Rajada, Poço Azul o Portela de Homen.
- Termas y pueblos. Alterna el senderismo con el relax termal de la villa de Gerês y pueblos con encanto como Fafião, Castro Laboreiro, Soajo o Pitões das Júnias.
- Clima en otoño. Octubre-noviembre es fotogénico y tranquilo; si toca frente atlántico, los bosques lucen aún más.
Por qué en otoño: por la combinación de colores, temperaturas suaves para caminar y menor presencia de visitantes.
Mata Nacional do Buçaco: un bosque-joya, palacio y ermitas escondidas
Llegamos por primera vez al bosque de Buçaco casi por casualidad, subiendo desde Luso por una carretera serpenteante. Nada te prepara para la frondosidad que aparece de golpe: un arboreto histórico de más de 100 hectáreas con especies exóticas, decenas de ermitas y la silueta del palacio-hotel asomando entre los árboles. Después de sufrir los estragos de la tormenta “Gong” (2013) en algunas capillas; hoy el bosque ha recuperado su esplendor y caminar por sus sendas es pura calma.
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Claves para disfrutar Buçaco en otoño:
- Historia botánica fascinante. Los carmelitas descalzos empezaron a plantar aquí en el siglo XVII, incorporando especies traídas de América —como un cedro mexicano de 1644— y otras muchas (cipreses, eucaliptos, abetos, grandes helechos). Ese “microclima” húmedo crea un entorno casi tropical a dos pasos de Coimbra.
- Cuatro senderos señalizados. La Vía Sacra (3 km) recorre una veintena de capillas; el Sendero del Bosque de las Reliquias se adentra en el Adernal hasta la Fonte Fria; el Sendero del Agua enlaza fuentes y láminas de agua; el Sendero Militar añade contexto histórico. En días claros, sube a la Cruz Alta (549 m): a veces se divisa el Atlántico.
- Mapa y rutas oficiales. La Fundação Mata do Bussaco ofrece mapa y señalización de las sendas; es el mejor punto de partida para planificar en temporada otoñal.
- Ambiente y logística. Se accede desde Luso (aprox. 40 min desde Coimbra). La entrada en coche es de pago y te facilitan un plano; a pie o en bici es gratuita. El Palace Hotel do Buçaco y el antiguo convento de Santa Cruz son el corazón arquitectónico del bosque.

Por qué en otoño: porque es cuando Bussaco se convierte en un baño de verdes saturados, brumas suaves y fuentes rebosantes. Además, los senderos se disfrutan con menos gente y temperaturas templadas. Para inspirarte con fotos y descripciones de los trilhos otoñales, hay reseñas senderistas muy útiles.