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Al otro lado de la frenética actividad del puerto de Aveiro se abre paso uno de los sistemas dunares más espectaculares de Portugal. La reserva natural de São Jacinto es un espacio privilegiado con kilómetros de playas vírgenes y bosques de pinos que evitan el avance de la arena para proteger este paisaje de auténtica excepción. Además de caminar por la arena y zambullirse en las frías aguas del Atlántico, existe una red de senderos que se adentran en el bosque y que hacen de este lugar una visita muy recomendable en cualquier momento del año


La Barra de Aveiro, la boca por la que el agua del Atlántico se adentra en la tierra para alimentar su ría, es también un muro acuático entre dos mundos. Una barrera que separa la actividad frenética del puerto aveirense y la playa de Barra con el faro más alto de Portugal y el paisaje salvaje y virginal que representa la reserva natural de las dunas de São Jacinto. Un obstáculo que también nos obliga a hacer un viaje de 50 kilómetros en coche en círculo para rodear toda la ría. Eso sí, hay una alternativa más rápida y atractiva. Un ferri que atraviesa de la Barra en solo quince minutos.

São Jacinto nos gusta por muchas razones. La primera porque es un espacio natural privilegiado y muy mimado con playas interminables de arena fina y un frondoso bosque de pinos que evita el avance de esas dunas al mismo tiempo que las fija y protege. En segundo lugar, porque junto al muelle del ferri se encuentra el pequeño pueblo pesquero de São Jacinto, que conserva una esencia marinera intacta y vetusta y que además es un lugar ideal para degustar pescado fresco a la brasa. Y en tercero, porque es un destino ideal para visitar en cualquier momento del año. No hace falta que sea verano, podemos acudir en otra época y dedicarnos a recorrer los senderos que penetran en la frondosidad del bosque con una temperatura agradable y una calma y un sosiego que se valoran mucho más en estos tiempos.

Pasarela en las dunas de São Jacinto
Pasarela en las dunas de São Jacinto

Cómo ir de Aveiro a São Jacinto

Las paradojas que nos brinda la geografía hacen que el ferri sea el transporte más rápido para ir de Aveiro a São Jacinto. En el caso de optar por el coche nos espera un viaje de casi una hora rodeando la ría de Aveiro por Estarreja. Nosotros cuando acudimos a São Jacinto lo hicimos desde Ovar, ciudad de la que dista solo media hora al encontrarse más al norte.

Pero como la mayoría de las personas que desean visitar las dunas lo hacen desde Aveiro, lo más cómodo es optar por el ferri que parte desde el muelle que hay junto a la terminal norte del puerto de Aveiro. Lo recomendable es embarcar también el coche, porque de esta forma es mucho más cómodo moverse por los diferentes puntos de una reserva natural que ocupa casi mil hectáreas, 733 de espacio terrestre y el resto marítimo.

Ferri de São Jacinto

El ferri que permite ir de Aveiro a São Jacinto lo opera la empresa AveiroBus y se toma desde esta ubicación concreta ubicada en el puerto aveirense.

El primer barco que parte rumbo a São Jacinto sale a las 7:15 horas del muelle y el último regresa 22:30 horas. Eso de lunes a viernes, porque los sábados, domingos y festivos, el primero sale a las 8:05 y el último regresa también a las 22:30 horas. La frecuencia es de aproximadamente cada hora. En esta tabla puedes consultar todos los horarios correspondientes a 2024.

Ferri para ir de Aveiro a São Jacinto
Ferri para ir de Aveiro a São Jacinto

El precio para utilizar el ferri para transportar el vehículo ronda los 11 euros ida y vuelta incluyendo el conductor. El billete sencillo para un pasajero ronda los 4 euros ida y vuelta.

La duración del viaje es de solo 15 minutos. El ferri atraca junto al barrio de pescadores de la localidad de São Jacinto. Desde allí hasta el centro de interpretación de la reserva natural de las dunas hay 1,2 kilómetros, mientras que hasta la playa de São Jacinto hay una distancia similar.

Qué hacer en la reserva natural de las dunas de São Jacinto

En función de la época del año en la que se acuda a las dunas de São Jacinto los planes pueden variar. Senderismo, avistamiento de aves, gastronomía marinera y hasta un chapuzón si se acude en verano. La reserva natural da mucho juego al visitante.

Zambullirse en São Jacinto, una de las mejores playas de Aveiro

Nosotros acudimos en verano, momento ideal para poder pasar un buen rato en la playa de São Jacinto, una de las mejores de Aveiro. Es la más próxima al barrio de pescadores. Cuenta con un gran aparcamiento y toda clase de servicios, por eso recibe año a año el galardón de la bandera azul. Pero eso no impide que tenga un carácter salvaje. Una inmensa masa de arena blanca y fina protegida por un incipiente bosque que se abre al furibundo Atlántico. Es una playa en la que tomar el sol sin aglomeraciones ni masificaciones, aunque siempre con el hándicap del fuerte viento que suele soplar y del impetuoso oleaje que el océano registra en estos lares.

Playa de São Jacinto
Playa de São Jacinto

Senderismo en la reserva natural

El senderismo es una de las actividades principales que hacer en la reserva natural de las dunas de São Jacinto. Penetrar en su frondosa vegetación es un auténtico bálsamo en los meses de verano, y un placer en cualquier otra época del año por las temperaturas suaves que se registran. Para comenzar a realizar los senderos marcados hay que acceder a la reserva por el centro de interpretación. Un espacio para conocer la historia y evolución de este entorno natural, pero que en el momento de publicación de este post, estaba cerrado a la espera de que se realizaran una serie de mejoras.

Bosque de pinos de São Jacinto
Bosque de pinos de São Jacinto

Sendero rojo. Es el sendero más amplio de la reserva natural con 7,1 kilómetros circulares y dificultad baja. Un recorrido que permite conocer los tres tipos de zonas principales que se distinguen en este espacio natural: las dunas, el bosque y los humedales. El bosque de pinos y acacia se creó en el siglo XIX con el propósito de fijar y proteger las dunas. Este verdor se unió al resto de vegetación que ha ido creciendo de forma espontánea donde destacan el cardo marino o las soldanelas. En los humedales de la reserva es posible ver diferentes especies de aves como las garzas y diferentes especies de patos. Eso sí, nosotros cuando estuvimos en verano nos encontramos con ausencia total de agua. Este sendero, a diferencia el verde del que hablaremos ahora, llega hasta la playa, lo que da la oportunidad de caminar por la arena en una zona absolutamente salvaje y virgen de la costa lusa.

Vegetación de las zonas más húmedas del bosque
Vegetación de las zonas más húmedas del bosque

Sendero verde. Con 3,3 kilómetros, este sendero se centra en recorrer la zona donde se encuentra el bosque de pinos y acacias que fija la duna para evitar su avance. La diversidad es absoluto y en zonas más húmedas podemos encontrar otras especies vegetales como los alisos, los álamos, y los sauces.

Recorrer el barrio de pescadores de São Jacinto

Un buen colofón a este recorrido por la reserva natural de São Jacinto cambiar el bosque y las dunas por el asfalto y las casitas bajas de la localidad del mismo nombre. Un enorme barrio pesquero muy auténtico donde parece haberse detenido el tiempo. Prácticamente todos sus habitantes viven o han vivido del mar o de la construcción naval. Es habitual encontrar a grupos de hombres con la piel curtida charlando sin mirar el reloj en la terraza de un bar. Contemplar algún moliceiro amarrado junto a unos pescadores que desde el muelle lanzan su caña en busca de alguna dorada o lubina que puedan vender en los restaurantes de la zona.

Antiguos astilleros de São Jacinto
Antiguos astilleros de São Jacinto

Pero lo que más nostalgia produce es ver el edificio de los antiguos astilleros de São Jacinto vacío y abandonado. Eso sí, los azulejos con el letrero ‘Estaleiros São Jacinto’ permanece intacto. Junto a él, el busto de Carlos Roeder, el alma mater de estos astilleros que en los años 70 del siglo pasado alcanzaron su mayor auge. Dieron trabajo a 800 personas de esta zona hasta que poco a poco la actividad se fue apagando llegando de forma irremediable al cierre definitivo.

Un pescador en São Jacinto
Un pescador en São Jacinto

Comer pescado fresco a la brasa

Es imposible hablar de un pueblo de pescadores sin que haya restaurantes tradicionales en los que conviertan esos productos del mar en delicias gastronómicas para estimular el paladar después de recorrer la reserva natural de las dunas de São Jacinto.

Brasas del restaurante A Peixaria
Brasas del restaurante A Peixaria
Rodaballo del restaurante A Peixaria
Rodaballo del restaurante A Peixaria

Siguiendo una recomendación que nos dio un aveirense que nos encontramos antes de la pandemia en Figueira de Castelo Rodrigo recalamos en el restaurante A Peixaria. En una vetusta casa encalada se esconde uno de los mejores lugares para comer pescado fresco en toda la zona de Aveiro. Sus brasas humeantes repletas de doradas, lubinas, rodaballos y sardinas lo dicen todo. Nosotros nos decantamos por un inmenso rodaballo con el que comimos los dos. Nos pusieron como entrada unas almejas, pero hubieran sobrado perfectamente ya que la cantidad de pescado era muy generosa. En su punto y muy jugoso. No fue precisamente barato, pero tratándose del rodaballo es en cierto modo comprensible.

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