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Es una de las ciudades más fotogénicas del mundo. En el rincón más inesperado, Oporto nos regala una postal para el recuerdo con el Douro siempre como protagonista de excepción. Nadie se puede resistir a la tentación de inmortalizar en su cámara y grabar en su retina semejante espectáculo. Por eso vamos a hacer una ruta por los mejores miradores de Oporto. Atalayas en las que entregarnos al encanto de una ciudad escalonada. Hablaremos de los más populares y transitados, pero también de esos que son casi un secreto. Magníficas ventanas para asomarnos tanto de día como de noche


Oporto invita a asomarse. A buscar una salida en su entramado de callejuelas para cambiar la oscuridad por la luz. A vivir continuamente en una montaña rusa de contrastes. Puedes pasear tranquilamente por los vestigios del antiguo barrio judío y encontrar, sin pretenderlo, un desvencijado balcón que te regala una perspectiva única del Douro y del puente Dom Luís I. Mientras te deslizas por las empinadas calles del oscuro y lúgubre entono de la Sé, de repente te topas con una puerta que, como si de una aparición mariana se tratase, te brinda una fotografía que no habías imaginado hacer. Los miradores de Oporto son una parte indispensable de una ciudad que, sin perder ese aroma decadente, rebosa vitalidad y un corazón rejuvenecido.

Vista del puente Dom Luís I
Vista del puente Dom Luís I

Diez miradores de Oporto que no te puedes perder

Después de tres viajes a Oporto a lo largo de una década, podemos presumir de haber recorrido casi todos los miradores que existen tanto en la propia ciudad como en su hermana Vila Nova de Gaia. En nuestra primera escapada en 2009, un universitario ataviado con la típica capa, nos recomendó visitar un mirador por entonces desconocido para el turismo y que se escondía detrás del edificio del Centro Portugués de Fotografía. Más de una década después, el decrépito mirador da Vitória se ha convertido en uno de los más populares y en una visita casi imprescindible, especialmente al atardecer. Pero en ese post no solo hablaremos de esta atalaya y otros miradores de Oporto populares y transitados, también lo haremos de algunos más recónditos y secretos. Quién sabe si, como ha sucedido con dá Vitória, al cabo de los años comenzarán a aparecer en guías y no serán tan ocultos. El tiempo lo dirá. De momento, vamos a disfrutarlos.

Mirador da Vitória

Mirador da Vitória
Mirador da Vitória

Ese mirador que en 2009 nos parecía uno de los secretos mejor guardados de Oporto, se ha transformado hoy en eso que los modernos llaman ‘must’. Una visita obligada durante nuestro recorrido por la calles de la antigua judería. No hay que olvidar que Portugal llegó a concentrar al 25% de la población judía de todo el mundo, hasta que en 1497 el rey Manuel I decretó su expulsión. Recordando esa historia que apenas ha dejado rastro en el barrio da Vitória, acabaremos asomándonos al mirador del mismo nombre. No es más que el descuidado jardín de una vivienda privada que tiene la inmensa fortuna de regalarnos una vista privilegiada del Douro, el puente Dom Luís I y el entramado de tejados del barrio de la Ribeira. Una arrebatadora postal que resulta más hechizante durante la hora mágica del atardecer. Eso sí, no hay que descuidarse porque en torno a las 21:00 horas cierra sus puertas. Un hombre sale con rostro serio de la decrépita vivienda, cierra la verja de entrada y no permite la entrada de ningún turista más. No olvidemos que es su casa.

Torre dos Clérigos

Vistas desde la torre dos Clérigos
Vistas desde la torre dos Clérigos

Subir los 225 peldaños de la estrecha escalera de caracol de la genial torre barroca diseñada por el italiano Nicolau Nasoni tiene su recompensa. En ningún otro lugar de Oporto gozaremos de una vista tan extensa de la ciudad, con la Sé dominando la silueta, el curso del Douro y las bodegas de Vila Nova de Gaia al fondo. Merece la pena pagar los 6 euros que cuesta de entrada para ascender a 76 metros de altura y, de paso, visitar el museo que acoge la torre. Un consejo es acudir en cuanto abre sus puertas, a las 9:00 horas. La subida a la Torre dos Clérigos es uno de los planes más habituales que hacer en Oporto y si coincidimos con demasiados visitantes, la experiencia pierde parte de su encanto.

Mirador de la igreja dos Grilos (Rua das Aldas)

Mirador de la igreja dos Grilos
Mirador de la igreja dos Grilos

Bajar la escaleras que comunican la Sé con la igreja dos Grilos es uno de los recorridos más apacibles y sosegados que nos propone el barrio medieval de Oporto. En este pequeño trayecto tenemos varios miradores improvisados. El primero es la atalaya que encontramos delante de la propia catedral. Pero una vista que nos gusta especialmente es la que se divisa junto a la igreja dos Grilos, en la Rua das Aldas. Mientras contemplamos parte de la imponente fachada de este templo que acoge el Museu de Arte Sacra, aparece de fondo el Palacio dá Bolsa y un entramado desordenado de tejados que parece un auténtico rompecabezas. A diferencia de otros miradores de Oporto, en este el Douro no es el protagonista. Apenas se atisba y cede el protagonismo a la sucesión de pequeños edificios que dan forma al barrio de la Ribeira.

Jardim do Palácio de Cristal

Jardines del Palacio de Cristal
Jardines del Palacio de Cristal

Nos desplazamos al barrio de Massarelos hasta uno de los pulmones verdes de Oporto, que además es uno de los mejores miradores de la ciudad. El jardim do Palacio de Cristal es una sucesión magnolios, cipreses, olivos, camelias, fuentes y senderos que culminan con una imponente panorámica del curso del Douro. Su entrada es gratuita, pero al encontrarse un tanto apartado del casco histórico hace que la presencia de visitantes no sea excesiva. Aunque la vista no alcance en este punto el puente Dom Luís I, sí veremos perfectamente el de Arrrábida, una espectacular construcción en hormigón culminada en 1963 que está declarada Monumento Nacional.

Miradores del Guindalense y al puente Dom Luís I

Mirador de la explanada del Guindalense
Mirador de la explanada del Guindalense

Reunimos estos dos miradores porque están separados por apenas unos metros y ofrecen una vista casi idéntica del puente Dom Luís I. Los podíamos denominar como casi secretos y especialmente de noche adquieren un encanto singular. Si bajamos caminando hacia la Ribeira desde la estación de Batalha donde sale el mítico tranvía nº22 y el funicular dos Gundais, llegaremos a unas escaleras que pasan por un animado bar. Es la sede del Guindalense Futebol Clube, un modesto equipo que puede presumir de contar con uno de los mejores miradores de Oporto. Tomando una cerveza desde su explanada podemos deleitarnos con una vista casi de pájaro del puente dom Luís I y del Mosteiro da Serra de Pilar. Merece la pena acudir de noche, cuando la iluminación del puente es magnética.

Mirador de la rua do Miradouro
Mirador de la rua do Miradouro

Justo enfrente del bar del Guindalense, sale una estrecha callejuela llamada rua do Miradouro que guarda una de las sorpresas más agradables de esta ruta por los miradores de Oporto. Una pequeña puerta enrejada da acceso a un balcón con un banco desde el que volver a fascinarnos con esa especie de torre Eiffel dormida sobre el Douro. Este mirador, al igual que ocurre con el de Vitória, se cierra por la noche. A pesar de eso, es suficiente con asomarse a su puerta y gozar con una panorámica nocturna donde la iluminación del puente regala destellos casi irreales que se reflejan en las tranquilas aguas del río.

Mirador das Fontainhas

Puente Maria Pia desde el mirador das Fontainhas
Puente Maria Pia desde el mirador das Fontainhas

Otro de esos miradores desconocidos para los que visitan Oporto, aunque no tanto para los ‘tripeiros’, es el de Fontainhas. Se trata de una alameda ubicada junto al puente do Infante y que es uno de los escenarios de las actividades programadas en la ciudad durante las fiestas de San Juan. Desde sus bancos de piedra, protegidos por grandes árboles, se divisa el curso del río Duero y cuatro de los puentes que lo atraviesan. A nuestra derecha los puentes Dom Luís I y do Infante y, a la derecha, los de Maria Pia y São João.

Puente Dom Luís I desde la calçada das Carquejeiras
Puente Dom Luís I desde la calçada das Carquejeiras

Desde el mirador das Fontainhas parte la calçada das Carquejeiras, una empinadísima calle que desciende hasta la orilla del río enseñándonos otra vista no menos interesante. Eso sí, luego hay que subirla y el esfuerzo que supone no es cuestión baladí.

Capela do Senhor de Além

Vistas desde la capela do Senhor de Além
Vistas desde la capela do Senhor de Além

Esa decadencia y abandono que ha ido poco a poco desapareciendo del centro de Oporto, está por desgracia presente en este desconocido mirador. Hemos cruzado a Vila Nova de Gaia y nos encontramos casi a la orilla del Douro, a los pies del imponente Mosteiro da Serra de Pilar que pareciera que se nos va a caer encima. Por un tranquilo paseo que parte del puente do Infante llegamos hasta las ruinas de la capela do Senhor de Além. Resulta difícilmente comprensible que un lugar con tanto encanto esté sumido en el más absoluto abandono y se haya convertido en refugio de personas sin hogar, como la que amablemente nos dio los buenos días cuando nos vio aparecer por allí.

Capela do Senhor de Além
Capela do Senhor de Além

Junto a la capilla había un hospicio carmelita que posteriormente se usó como fábrica porcelana de la que ahora apenas quedan unas ruinas. Este lugar decadente y destartalado nos ofrece una perspectiva diferente y del puente Dom Luis I por un lado, y de los puentes do Infante y Maria Pia, por otro. Este último también es de acero y fue diseñado por Théophile Seyrig, socio de Gustave Eiffel, al igual que Dom Luís I. En este caso se usó para el transporte ferroviario.

Jardim do Morro

Vista desde el jardim do Morro
Vista desde el jardim do Morro

Pasamos de tres miradores casi secretos a uno de los más populares de Oporto. Seguimos en Vila Nova de Gaia, en el cuidado jardín que nos espera si cruzamos el puente Dom Luís I por su parte superior. El jardim do Morro es sin duda el mejor lugar de Oporto para ver atardecer, pero también invita a visitarlo por la noche, cuando es frecuentado por jóvenes que se reúnen para charlar mientras toman unas cervezas (una versión mucho más ‘light’ y tranquila del botellón español). Tumbados sobre su césped o sentados en alguno de sus bancos podremos contemplar desde arriba el puente Dom Luis I y la silueta escalonada de Oporto, desde la Ribeira hasta la Baixa. Desde el Jardim do Morro parte el teleférico de Gaia que ofrece unas vistas muy interesantes y que tiene un precio de 6 euros (9 euros ida y vuelta).

Mosteiro da Serra de Pilar

Mosteiro da Serra de Pilar
Mosteiro da Serra de Pilar

La perspectiva más elevada de Oporto y del puente Dom Luís I desde Gaia nos la brinda el Mosteiro da Serra de Pilar. Fue construido en el siglo XVII, cuando Portugal vivía los últimos años como parte del reino de España. Por este motivo fue dedicado a la Virgen del Pilar. Durante la invasión de las tropas de Napoleón se convirtió en una fortaleza en manos del Ejército y todavía hoy pertenece a él. En su exterior se ubica un imponente mirador desde el que se observa una completa panorámica de la ciudad de Oporto y del puente Dom Luís I casi a vista de pájaro. La entrada al mirador es gratuita, pero si queremos visitar la iglesia y las estancias del antiguo monasterio tendremos que realizar una visita guiada a un precio de 3 euros.

Bodegas de Vila Nova de Gaia

Vista desde las bodegas de Gaia
Vista desde las bodegas de Gaia

No es un mirador como tal pero es sin lugar a dudas la imagen más reconocible de Oporto. Su escena más fotogénica. Los rabelos, los barcos que transportaban las barricas con el vino de Oporto desde los viñedos del Douro hasta las bodegas de Gaia, ‘posan’ con el puente Dom Luís I al fondo y la silueta de la ciudad. Una vista inolvidable. Magnética. A lo largo de la avenida Diogo Leite, que transita entre el Douro y las principales bodegas de Gaia, cualquier lugar es bueno para acercarse al río y tomar una instantánea de esas que acabarán probablemente publicadas Instagram. El encanto es indudable de día, pero también de noche La iluminación es perfecta. Ni demasiado estridente, ni demasiado tenue. Ideal para obtener unas fotografías que serán la mejor promoción de una ciudad de la que nos seguimos enamorando más y más cada vez que la visitamos.

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